En 1570 Cardano fue encarcelado
por el cargo de herejía. Había hecho el horóscopo de Jescucristo y escrito un
libro en alabanza a Nerón, torturador de los mártires. Estos pueden haber sido
un deliberado intento Cardano por ganar notoriedad – escribió todo un capítulo
en su autobiografía sobre el deseo de ‘perpetuar su nombre’ – y así ganar un
lugar en la historia. Es extraño porque en todos los aspectos Cardano diera a
la iglesia todo su apoyo. Sin embargo la inquisición buscada dar ejemplo con
hombres eminentes cuyo compromiso pudiera ser cuestionado y Cardano reunía todas las condiciones.
Cardano fue tratado indulgentemente,
quizá porque la opinión pública pensaba que había sido tratado cruelmente y por
eso sólo estuvo en prisión unos cuantos meses. Tras su liberación, se le vetó
para desempeñar un puesto universitario y para cualquier publicación posterior
de su obra.
Tras su liberación Cardano
se fue a Roma, en la que se le dispensó una recepción inesperadamente cálida.
Fue reconocido inmediatamente como miembro del Colegio de Médicos y el Papa,
que había perdonado aparentemente a Cardano, le concedió una pensión.
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